domingo, 30 de diciembre de 2007

50 euros


Pasamos las fiestas, y todo va sucediendo: la verdad es que uno las vive entre un sí y un no, ciertamente sí que las vivo con ilusión, pero ciertamente nó como cuando era pequeño, ahora soy yo el que tiene un niño, fíjate. Y su crianza es lo que más tiempo me lleva.
Y es curioso que sea éste hecho el que sucinta mayor tipo de críticas, que si "nos tiene puteaos", "necesita que le lleveis aun centro comercial", "teneis que ponerle más límites", "este niño no come en la mesa", y un etc... que se podría prolongar en un larguísimo recetario si incluyésemos el lenguaje no verbal. Lo único que podría tener un poco de sentido es lo de los límites, pero la respuesta es de los más simple: los límites que le pongo a mi hijo no son los que tú le pondrías. Y con esto hablo de cómo muchos son necesarios para contener y proteger, pero otros muchos son, simple y llanamente, para que no moleste.
Y si quieres tener hijos, y que además crezcan felices y fuertes, tienes que bajarte del sofá y empezar a patearte el culo, y no darles 50 euros y luego marcharte (cosa muy común entre los que les parece que mi hijo "me putea").
Y digo esto, dejando ya de abocar el capazo de riñas y resentimientos, porque siento que mi hijo me patea el culo para trabajarme. Con él veo mis sombras, y mis luces, y soy consciente por primera vez de la palabra responsabilidad: no sólo debo rodearle de un lugar seguro y alimento, sino que yo debo estar bien, porque cuando uno tiene un chaval como el mío, lo que a uno le ocurre, le repercurte a él.
Y es así de fácil, y de complicado.
Saber darle, en vez de 50 euros, 50 minutos de ATENCIÓN plena y gozosa.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

habló



el Camino a veces te llama.
No es cuando tú quieres hacerlo, que puedes ir.
Es sólo cuando él te dice ven, que lo debes dejar todo.
Ahora no puedo dejarlo todo, pero ella me dice que me lo va a poner fácil, para que todo esté bien.
el corazón repica, sabes que algo pasa, o que va a pasar, en ti, en mi.

martes, 28 de agosto de 2007

Peñon de Ifach


Peñon de Ifach, originalmente cargada por Mundo y aparte.

Año 7, otra vez, un nuevo Camino.
Vuelta a empezar, mirando al frente, arriba y abajo, y bien adentro, con buen humor y con mucho amor por el mundo, respirando pasión por la vida, y con una irritación algo cómica por unos nuevos compañeros, los michelines de "la felicidad".
Siguen las pruebas, pero sigue el espacio, sigue el presente, sigue Brahman, nunca se ha ido. Siempre ha estado ahí, lleno de humor, lleno de Amor, lleno pasión, lleno de calma, lleno de inquietudes, Lleno de Vida.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Pinche Tirano


Un pinche tirano es alguien, o algo, que aparece en tu vida, y te la empieza a hacer imposible. Como un grano en el culo, vamos. Te saca lo peor de ti y revive tus peores proyecciones, saca la basura del fondo del saco y se pone como sayo tu sombra, tus miedos y tu orgullo. Carlos Castaneda me ha prestado este término, el cual considero tremendamente útil, y que pocas veces se trata en profundidad dentro del crecimiento personal/transpersonal.

Encontré este texto suyo, que me gustaría compartir:

“- Un pinche tirano es un torturador –dijo-. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros, o alguien que simplemente le hace la vida imposible.

Don Juan sonrió con un aire de malicia y dijo que los nuevos videntes desarrollaron su propia clasificación de los pinches tiranos. Aunque el concepto es uno de sus hallazgos más serios e importantes, los nuevos videntes lo tomaba muy a la ligera. Me aseguró que había un tinte de humor malicioso en cada una de las clasificaciones, porque el humor era la única manera de contrarrestar la compulsión humana de hacer engorrosos inventarios y clasificaciones.

- De conformidad con sus prácticas humorísticas los nuevos videntes juzgaron correcto encabezar su clasificación con la fuente primaria de energía, el único y supremo monarca en el universo, y le llamaron simplemente el tirano. Naturalmente, encontraron que los demás déspotas y autoritarios quedaban infinitamente por debajo de la categoría de tirano. Comparados con la fuente de todo, los hombres más temibles son bufones, y por lo tanto, los nuevos videntes los clasificaron como pinches tiranos.

La segunda categoría consiste en algo menor que un pinche tirano. Algo que llamaron los pinches tiranitos; personas que hostigan e infligen injurias, pero sin causar de hecho la muerte de nadie. A la tercera categoría le llamaron los repinches tiranitos o los pinches tiranitos chiquititos, y en ella pusieron a las personas que sólo son exasperantes y molestos a más no poder.

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Mi benefactor siempre decía que el guerrero que se topa con un pinche tirano es un guerrero afortunado. Su filosofía era que si no tienes la suerte de encontrar a uno en tu camino, tienes que salir a buscarlo.

Explicó que uno de los más grandes logros de los videntes de la época colonial fue un esquema que él llamaba la progresión de tres vueltas. Los videntes, al entender la naturaleza del hombre, llegaron a la conclusión indisputable de que si uno se las puede ver con los pinches tiranos, uno ciertamente puede enfrentarse a lo desconocido sin peligro, y luego incluso, uno puede sobrevivir a la presencia de lo que no se puede conocer.

- La reacción del hombre común y corriente es pensar que debería invertirse ese orden –prosiguió-. Es natural creer que un vidente que se puede enfrentar a lo desconocido puede, por cierto, hacer cara a cualquier pinche tirano. Pero no es así. Lo que destruyó a los soberbios videntes de la antigüedad fue esa suposición. Es sólo ahora que lo sabemos. Sabemos que nada puede templar tan bien el espíritu de un guerrero como el tratar con personas imposibles en posiciones de poder. Sólo bajo esas circunstancias pueden los guerreros adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para ponerse frente a frente a lo que no se puede conocer.

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Aseguró don Juan que, en esa época, los videntes que sobrevivieron tuvieron que forzarse hasta el límite para encontrar nuevos caminos.

- Los nuevos videntes –dijo don Juan mirándome con fijeza- usaban a los pinches tiranos no sólo para deshacerse de su importancia personal sino también para lograr la muy sofisticada maniobra de desplazarse fuera de este mundo. Ya entenderás esa maniobra conforme vayamos discutiendo la maestría de estar consciente de ser.

Le expliqué a don Juan que lo que yo le había preguntado era si, en el presente, en nuestra época, los pinches tiranos podrían derrotar alguna vez a un guerrero.

- Todos los días –contestó-. Las consecuencias no son tan terribles como las del pasado. Hoy en día, por supuesto, los guerreros siempre tienen la oportunidad de retroceder, luego reponerse y después volver. Pero el problema de la derrota moderna es de otro género. El ser derrotado por un repinche tiranito no es mortal sino devastador. En sentido figurado, el grado de mortandad de los guerreros es elevado. Con esto quiero decir que los guerreros que sucumben ante un repinche tirano son arrasados por su propio sentido de fracaso. Para mí eso equivale a una muerte figurada.

-¿Cómo mide usted la derrota?

- Cualquiera que se une al pinche tirano queda derrotado. El enojarse y actuar sin control o disciplina, el no tener refrenamiento es estar derrotado.

-¿Qué pasa cuando los guerreros son derrotados?

- O bien se reagrupan y vuelven a la pelea con más tino, o dejan el camino del guerrero y se alinean de por vida a las filas de los pinches tiranos."


(Carlos Castaneda :
El fuego interno)

Asi pues, encontrarse con un pinche es una buena oportunidad, para ver, para sacar lo que estaba sin resolver, para encontrar lo perdido, para atravesar aquello que nos da miedo. Y la verdad es que no es nada agradable, de hecho, es como una pequeña muerte, como un parto del que no sabes a ciencia cierta el resultado.

He tenido muchos pinches tiranos, de hecho, aunque no lo supiera, tuve que vivir con ellos muchos años. Lo que no sabía era que formaban parte de mi camino, que eran una ocasión para tirar del hilo, más y más, y más todavía, hasta encontrar dentro de uno lo que había atraído, llamado al tirano. Son proyecciones donde se mezclan la sombra y la realidad, el recuerdo y el presente. Una machada que pide que salgas corriendo lo más rápido posible, y en la que casi no es posible luchar.

Lo que nadie te dice es que de quien huyes es de ti mismo, y que nunca vas a correr lo suficiente.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Vida

Quien lo hubiera dicho: mi vida tal y como es.
Ni siquiera yo habría apostado por que mi situación iba a tomar estos tintes. Y no quiero mostrarme deagradecido, sino todo lo contrario. Doy gracias por todo lo que tengo, y bendigo cada día que pasa, o al menos cuando me acuerdo.

Y digo bien, gracias por todo lo que tengo.

Cuando tengo que dar gracias por todo lo que soy, la cosa en mi interior no está tan fácil, la verdad. Algo en mi cruje, chirría, se achanta, tiene muchas dudas.

Doy gracias cuando miro hacia atrás: en mi interior, estoy muchísimo mejor de lo que estaba: di de aquel muchacho que dudaba de todo y se hacía unas pajas mentales increíbles: dudaba de todo y sobre todo de sí mismo. Habla de aquel chico que parecía que se iba a comer el mundo cuando lo único que quería era un poco de amor y de felicidad. Y podríamos recordar al peregrino, que buscaba en su interior y en su exterior más de lo que él mismo estaba preparado para encontrar.

Pero sobre todo recuerdo a la persona que se maltrataba buscando algo que ni siquiera sabía qué era, y que se condenaba a no encontrar, valga la paradoja. Lo bueno es que ahora creo que lo sé. Ese chico buscaba sanar, encontrarse en paz consigo mismo. Y alguna vez lo consiguió, pero no porque estuviera en la dirección adecuada, sino porque hay algo en la vida que lo ama y tiene confianza en él. Si no, ni de chorra.

Gracias, desde lo más hondo de mi ser, a eso que me ama y confía en mi.

Y miro hacia atrás, y doy gracias, claro que doy gracias, por Dios, ya no me tomo tan en serio, (aunque tenga mis días), y por eso puedo respirar un poco más, sin preocuparme tanto por todo lo que soy y todo lo que tengo que hacer.

La desazón , el chirriar que siento, es porque algo en mi interior quiere más. Sabe que puede dar más, que puede ir más profundo, que puede llegar a la vida de una forma más plena, más íntegra, más vital, más realizada. Y ahí es cuando me veo igual que cuando tenía dieciocho años, inseguro, depre, sin saber si puedo confiar en mi, si sabré vivir en luz cuando el mundo me diga que viva sin vivir, en la niebla de lo de siempre.

Y ahí estoy, Vida, sin saber si esta partida la juego contigo, contra ti, o sin ti.

¿Qué es lo que quieres de mi?.

Vida significa
Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee”.
Vida que vives en mi, y que eres más yo que yo mismo: ¿qué quieres de mi?

En ello estamos, en ello estoy, ello soy.

Y mientras tanto, respiro.

viernes, 8 de junio de 2007

Ternura



¿Qué tiene de malo el amor?
¿Qué tiene de extraño la ternura?
¿Por qué nos cuesta aceptar, recibir el cariño de los demás, de la Vida, de los niños?
¿Por qué cuando se da todo el amor posible a un niño se dice que se le consiente, que se le malcría?
¿Por qué somos tan cómodos, que queremos que nuestros hijos sean "buenos", "tranquilos", que no molesten demasiado?
¿Por qué queremos que sepan tanto, que avancen rápido, que sean mejores que los demás?
¿Por qué intentamos constantemente formarles, conducirles, cuando ellos ya son como tienen que ser?
¿Por qué se piensa que un niño al que se le da todo el cariño va a ser un niño caprichoso, consentido y arrogante? ¿Es que amar y ser tierno significa ser irresponsable?
¿Por qué es bueno que sufran los niños?¿Para que sean independientes?
¿¿Autónomos emocionalmente??
¿Por qué tenemos miedo a jugar?
¿Por qué tenemos miedo a decir "Sí"?
¿Por qué tenemos miedo a decir "No"?
Estar con un niño, enseñarle, no es tanto imponer conductas o normas morales, sino que es una sutil y presente forma de estar, de vivir donde estás. Lo que tú eres, es lo que el niño aprende. Y no sólo el niño, sino el vecino, el tendero, el jefe, la compañera de trabajo, el árbol, todos aprenden, todos reciben un mensaje de lo que tú estás viviendo.
Y éso es lo que llega.
Por eso es tan difícil, y tan fácil, ser buen padre, ser buena madre.
Porque todo empieza en ti, en mi.

jueves, 8 de marzo de 2007

Volere


Estar donde uno está, querer estar ahí, poner toda el alma en ello.
No pensar, sino ser.
Amar.
Esto es lo que querría vivir en cada instante de mi vida, pero a veces se me va la olla.
Y en esos momentos, que son varios, es bueno leer estas cosas, que como si nada, caen a mi lado, y me recuerdan quién soy, por encima de todo, y por siempre.

El guerrero interior (versión libre)

- No tengo padres;
por eso hago del Cielo y la Tierra mis padres.
- No tengo poder divino; hago del Amor mi fuerza.
- No tengo recursos; me apoyo en la humildad.
- No tengo el don de la magia; hago de la fortaleza de ánimo mi poder mágico.
- No tengo ni vida ni muerte; hago del Eterno Presente mi vida y mi muerte.
- No tengo cuerpo; hago del valor mi cuerpo.
- No tengo ojos; hago del resplandor de la alegría mis ojos.
- No tengo orejas; hago del buen sentir mis orejas.
- No tengo ni brazos ni piernas; hago del entusiasmo mis miembros.


Aquí seguimos, aquí estamos.
Un abrazo.

domingo, 4 de marzo de 2007

Recordad


Esto lo fotografió una amiga en Menorca, en un vertedero de basura.
Que no lo olvidemos.
Recordad.

martes, 13 de febrero de 2007

Patadas en la ermita


Recojo lo que dice mi interior.
Palabra por palabra, en ocasiones, casi al dictado. Sin huir, afrontando lo que hay, a veces con más resignación que con alegría. Y casi siempre lo que se escucha es bien recibido, con alivio y frescura, animando a dejar el siguiente paso en el sendero.
Lo que ocurre es que parece que todo es siempre maravilloso, que todo es un presente ideal lleno de iluminaciones y que soy un remanso de sabiduría sin par. Sin embargo, las cosas son muy distintas. Sí, es verdad, en mi reside una sabiduría y una paz que me acompaña desde mi más tierna infancia, quizás desde antes, pero eso no es obstáculo para que en algún momento del camino todo se torciera como si fuera un renglón torcido de esos que a Dios tanto le gustan.
La realidad es que uno se cae, se vuelve a levantar, se vuelve a caer, se levanta, se cae, y así una y otra vez en un intento desesperado por encontrar la luz que todo el mundo ve tan fácil y tan clara.
Soy testigo de ello. Soy testigo de una realidad que cada día me sorprende más, cuanto más profundizo en ella, más incomprensible es para mi. Soy testigo de cómo en mi se libra una batalla entre el bien y el mal, entre la pasividad y el anhelo de plenitud, entre la confusión y la fé.
Miro a mi sombra, al crío y al dolor que llevo dentro, y la veo dar patadas al muro de una ermita, de esas que tan escondidas están en el Camino de Santiago. La cojo de la mano y nos vamos a caminar, dándome cuenta de que lleva tiempo sin salir, y que necesita ser reconocida y tratada con respeto para entregar sus frutos, brillantes de madurez y calma.
En un mundo en el que todos vamos de fantásticos algo de honestidad le va de perlas al alma. Honestidad para verse uno tal cual es, con la dulzura de quien entiende lo que ocurre, recogiendo la fuerza que da la paz de ver y reconocer que todo lo que hay en mi interior es profundamente humano, a pesar de todo el jaleo y el dolor que hay en mi. Honestidad para aceptarme cuando caigo, cuando vivo, cuando siento, cuando me relajo, cuando estallo con rabia o con lágrimas, cuando el mundo corre y corre y todo vuelve a pedirte lo mejor de ti mismo, sin importarle lo que eres en realidad.
Y es aquí, en el centro de la espiral, donde vuelvo a recoger el bordón de la voluntad de hacer de mi mismo alguien que se vive con la soltura de quien ha viajado hasta el fondo de su corazón, ha visto todo lo que hay y lo ha llenado de amor, sin elección posible, como un árbol viejo a la vera de una ermita vieja y tranquila.
Y es que en ocasiones todo parece que se va a hacer puñetas. Pero a fuerza de levantarse una y otra vez, cada vez parece más claro que el Camino lo voy a tener que recorrer sólo, y que sólo yo soy el responsable de la vida y de las decisiones que he tomado. Las raices del viejo árbol son sabias, y es su silencio el que clama con la fuerza de la verdad quién soy y la pureza de mi alma, esperando en el presente desde el día que nací en este mundo, en esta familia, en este momento.
Mientras tanto, las flores hablan ya de la primavera que se acerca, las aguas rugen con alegría en el Algar, los niños ríen y lloran, el ermitaño sale de la cueva y enciende su lámpara con la luz del sol, alumbrando los corazones de la humanidad entera.
Dios nos ha vuelto a bendecir, una vez más.
Y doy las gracias.

sábado, 20 de enero de 2007

Con corazón


Está siendo un año movidito, la verdad, sobre todo en lo que se refiere a lo que se pinta y se respira en mi interior. Estos días, las despedidas y el tocar tierra y presente me han descubierto un panorama en mi interior que, si bien intuía, no daba más importancia. Don Vidal, el del Camino, se había alejado de su "camino", no sabía donde estaba, dónde está. Y he tenido que tocar fondo, ver lo que hay y olerlo, sentirlo, escuchar con los pies y con el culo lo que estaba ocurriendo frente a mi, bajo mis narices:
¿Dónde está el peregrino?¿Dónde está el hombre que, con el corazón en la mano, se abría la mundo, a cualquier situación?.
Todo el mundo en su ruta, en su destino, y este zumbao aquí, sin saber cómo pegar una patada a la próxima piedra.
Y he tenido que verlo. Ver que nada tenía ningún sentido. Que a lo mejor todo era un gran error, y en algún momento, me equivoqué. Si no soy feliz, si nada fluye, algo anda mal. Si cada día es una cuesta arriba que apenas llega a su fin, ¿dónde dejamos la última flecha amarilla para estar tan perdidos?.
Da igual que los demás lo vean, que sepan por dónde debo ir. Da igual que unos me echen mierda y otros flores. Mi corazón no lo tiene claro, y mi salud, por lo visto, tampoco.
Y he tenido que hablar de ello, una vez más. Con gente que me quiere, que me ama, que me respeta, que no tiene miedo a escuchar pese a todo. Y no es lo que me hayan dicho, la verdad, que sí me ha llegado. Lo que me ha limpiado las retinas del corazón ha sido el darme cuenta que lo que hago tiene un valor, aunque no me acuerde.
Que tiene un valor enorme entregarte en silencio en el dia a dia, en la sencillez de cada momento, aunque el mundo, y yo el primero me diga que soy un inútil. Que se puede disfrutar, ser feliz, en esa entrega, y que recibir de tu propio corazón es más que suficiente, porque hacer las cosas con el corazón, de verdad, a fondo, con todo el amor de la vida(l) es recompensa más que suficiente, aunque no tenga un puto duro, aunque nadie me respete, aunque ni yo mismo lo crea.
Con corazón, darme cuenta de que este momento es tal como debe ser, y que hasta que no lo acepte de corazón, el presente no podrá crecer en todo su esplendor, en toda su belleza, con toda su majestuosa sencillez.
Ahí está el peregrino, dice mi corazón ahora. Haciendo, atravesando el Camino más complicado que ha vivido hasta ahora, y el más brillante: dejar que todo sea, entregarme a mi mujer, a mi hijo, a mi casa, a mis estudios, a todo el dolor que hay en mi interior y se resiste a sanar, como la noche que tiene miedo al amanecer. Dejar que todo crezca en la quietud y en el inmenso trabajo de fondo que se está gestando sin que yo pueda hacer nada más que agradecer cada segundo de vida y cada paso de Camino.

miércoles, 10 de enero de 2007

¿Por dónde empezar?

Empezar hablando de mi, y terminar hablando del mundo.
Del mundo que soy y del que no me puedo separar aunque quiera, por mucho que desee encerrarme en mi concha. Un mundo al que he llegado de no sé dónde y al que necesito amar, antes de que me destruya.
Empezar la primera anotación del año en este diario público e íntimo es casi una aventura. Porque no sé por dónde, demasiadas cosas en poco tiempo, en apenas diez días que parecen diez mundos llenos de ventura y arrojo, de luces y sombras largamente plegadas en un manojo de flores de cualquier parque.

De mi. Regalos que no esperaba, de los Reyes y don Noél, y casi ninguno envuelto en papel de regalo. Una hermana que vuelve a hablarme como a un hermano, un hijo que disfruta como la vida entera vibrando cuando juega, cuando conoce a otros niños, muchas comidas familiares que eran así, familiares de verdad, donde había más cariño que comida, y donde existía de verdad un anhelo de unión, una madre que rebosa salud y vida, una mujer que mira al cielo con los pies en la tierra y brilla como sólo lo hace un alma pura.
Y enseñanzas, revelaciones tan bienvenidas como esperadas, tan intensas como sorprendentes, tan difíciles de realizar como un primer paso en una vida que parece vuelve a empezar, otra vez.
Y despedidas, tan dolorosas como no me atrevo a confesar: Dos encuentros a corazón dando lo que Dios me pedía que diera, diciendo lo que Él me pedía que dijera, diciendo lo que el corazón sentía, y aun así... sin saber si has dicho, si has dado lo suficiente.
Si, lo sé, es así siempre, en realidad siempre es la última vez que vas a ver a una persona tal cual la ves ahora. Pero nunca había sido tan evidente.

Del mundo. Día de reyes en Murcia. Si, precioso día, con empacho de asado de venado y tinto excelente. Si, precioso día, sobre todo cuando para terminar sales a dar un paseo y te encuentras, ante mi más absoluto pasmo y la pasividad general, en los infiernos de Dante.
La zona peatonal del centro se ha convertido en un apretado corredor gracias a la inundación de mendigos, borrachos y vendedores ambulantes de pañuelos y muñecotes. ¿En que mundo estoy viviendo yo?¿Tan metido estoy en mi casa que se me había olvidado esto?. Terminé el día con una indigestión y un cabreo monumental que acabaron pagando los que más cerca están de mi, como siempre. Y al principio no sabía qué me ocurría. Sólo sentía rabia, ira, frustración, como solo un stellium en aries sabe sentir. No es la pobreza, no es ver a mendigos pidiendo lo que me cabreaba tanto. Era ver que tenían dinero para vino y no tenían para comer. Era que los niños de tres años estaban vendiendo todos el mismo género una y otra vez mientras sus padres (hombres) estaban juntos de charreta en una noche de enero. Eramos nosotros, los que paseábamos junto a ellos, los que se supone debíamos dar algo, los que estábamos como si tal cosa, como si no fuera con nosotros esta fantochada donde no se sabe dónde empieza lo real, lo imaginario y lo enfermizo.
¿Y dónde estoy yo?
¿Dónde están mis talentos, Señor? ¿Qué puedo hacer?¿Dónde está en mi Camino?¿Dónde está ese peregrino que se hubiera parado a hablar con ellos, el que lo habría visto todo con los ojos del Amor?.
Quiero pensar que sigue por ahí, en algún lugar de mi interior.
Que vea el mundo con su Amor, y que así me vea a mí mismo.
Que vea el mundo con su Valor, el suficiente para perdonarme todos mis errores.
Que sea capaz de vivir como si fuera el último día, dando lo mejor que hay en mi, por mucho que pese mi mochila.
Que siempre pueda abrazar a los que amo, y transmitirles toda la grandeza que hay en sus vidas.
Que pueda decirle a la gente que su vida es un Camino que se recorre paso a paso, y que vale la pena recorrerlo, con verdad, con inocencia, llenos de vida.